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Evangelio del sábado 19 de abril de 2025
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Evangelio del sábado 19 de abril de 2025

Sábado Santo

San Mateo 27,59-61

José tomó el cuerpo de Jesús, lo envolvió en una sábana limpia y lo puso en un sepulcro nuevo que había hecho excavar en la roca. Después hizo rodar una gran piedra hasta la entrada del sepulcro y se fue. María Magdalena y la otra María se quedaron allí, sentadas frente al sepulcro.


Introducción: La espera silenciosa

Hoy, Sábado Santo, el silencio envuelve a toda la Iglesia. Es un día de pausa esperanzada entre el dolor de la cruz y la alegría de la Resurrección.

Jesús yace en el sepulcro, y la humanidad espera el triunfo de la vida sobre la muerte. Este día nos invita a permanecer en silencio contemplativo y a aprender a vivir la esperanza con paciencia, siguiendo el ejemplo de la Virgen María. Ella, en medio de la aparente derrota, confió en las promesas de Dios y esperó con fe.

Señor, que este silencio del Sábado Santo renueve nuestra confianza en tu plan perfecto y nos enseñe a esperar siempre en tu amor.


1. Jesús fue aparentemente vencido

El Sábado Santo es el día de la aparente derrota de Jesús. Su cuerpo yace en el sepulcro, sellado tras una gran piedra, y todo parece terminado.

Para quienes seguían a Jesús, la Cruz representó el fin de sus esperanzas, un signo de que el mal y la muerte parecían haber triunfado. Pero esta aparente derrota no era el final, sino el preludio de la gran victoria de la Resurrección.

El silencio de este día nos recuerda aquellas palabras del profeta Isaías: "Él fue llevado como cordero al matadero; no abrió su boca" (Isaías 53,7).

Jesús se hunde en el silencio del sepulcro para, desde allí, vencer la muerte y abrirnos las puertas de la vida eterna. Nos invita a reflexionar en esos momentos de nuestra vida en los que, como ante la Cruz, sentimos que todo está perdido. ¿Confiamos en que Dios puede transformar nuestras derrotas aparentes en la victoria de su plan de salvación?


2. La esperanza tiene que ser paciente y silenciosa

El Sábado Santo nos enseña a confiar y a esperar en silencio, cuando las respuestas no son claras y todo parece oscuro. Las mujeres que se quedaron frente al sepulcro encarnan esta actitud de espera paciente, permaneciendo junto al Señor, incluso en medio del dolor y la incertidumbre.

Su fidelidad refleja una fe que no se apaga, aunque el triunfo todavía no sea visible.

En muchas ocasiones, nuestras vidas también pasan por estos "sábados santos", momentos de espera y prueba, donde parece que Dios guarda silencio. Pero el salmista nos recuerda: "En el silencio y en la esperanza estará su fortaleza" (cf. Isaías 30,15).

Este día es una invitación a cultivar una esperanza profunda, que no necesita ruido ni evidencias inmediatas, sino que descansa confiada en la certeza de que Dios está actuando incluso en lo oculto y en lo aparentemente inmóvil. ¿Podemos aprender a esperar en silencio, confiando en que Dios siempre cumple sus promesas?


3. María nos enseña a esperar

En este día de espera, María es el modelo perfecto de esperanza silenciosa y fe inquebrantable. Mientras los discípulos se dispersaban y el miedo invadía el corazón de muchos, María permaneció firme, confiando en el cumplimiento de las promesas que Dios le había hecho desde la Anunciación. Su espera no fue pasiva, sino llena de oración y de fe activa, preparada para recibir la victoria de su Hijo.

María nos enseña que, incluso cuando el dolor es profundo y la incertidumbre nos invade, podemos confiar en Dios con todo el corazón.

Las Escrituras no relatan sus palabras en este momento, pero su actitud de entrega total nos habla más fuerte que cualquier discurso.

Ella es la mujer que sabe esperar, incluso cuando no hay señales claras de esperanza. En este Sábado Santo, pidamos a la Virgen María que nos enseñe a vivir esa misma fe silenciosa que confía, ama y espera.


Ideas de compromisos personales

  1. Dedicar un momento de silencio profundo en oración como una forma de contemplar el misterio del Sábado Santo, pidiendo al Señor que aumente nuestra fe y confianza en Él.

  2. Identificar situaciones personales donde nos cueste esperar o confiar, y ofrecérselas a Dios, dejando que su gracia nos fortalezca en medio de la incertidumbre.

  3. Imitar a María en el acompañamiento a quienes atraviesan momentos de dolor o soledad, siendo una presencia de calma, esperanza y consuelo en sus vidas.


Oración final

Señor Jesús, en este Sábado Santo aguardamos en silencio junto a María, confiando en la victoria de tu Resurrección. Te damos gracias porque, incluso en los momentos de mayor oscuridad, tú sigues trabajando para traernos vida y salvación. Enséñanos a esperar con fe y paciencia, abrazando la esperanza serena que nos invita a confiar plenamente en tu plan. Virgen María, Madre de la Esperanza, acompáñanos en nuestros sábados santos personales, y ayúdanos a permanecer fieles, esperando siempre la luz de tu Hijo. Amén.

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