Newsletter Más Esperanza
Más Esperanza - Podcast
Evangelio del domingo 3 de noviembre de 2024
0:00
-5:14

Evangelio del domingo 3 de noviembre de 2024

31º DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO –CICLO B–

Evangelio del domingo 3 de noviembre de 2024

Marcos 12, 28b-34

En aquel tiempo, un escriba se acercó a Jesús y le preguntó: «¿Qué mandamiento es el primero de todos?» Respondió Jesús: «El primero es: "Escucha, Israel, el Señor, nuestro Dios, es el único Señor: amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente, con todo tu ser." El segundo es este: "Amarás a tu prójimo como a ti mismo." No hay mandamiento mayor que éstos».

El escriba replicó: «Muy bien, Maestro, sin duda tienes razón cuando dices que el Señor es uno solo y no hay otro fuera de él; y que amarlo con todo el corazón, con todo el entendimiento y con todo el ser, y amar al prójimo como a uno mismo vale más que todos los holocaustos y sacrificios».

Jesús, viendo que había respondido sensatamente, le dijo: «No estás lejos del reino de Dios». Y nadie se atrevió a hacerle más preguntas.


Introducción: El amor es lo más importante

Vamos a comenzar esta reflexión pidiendo a Dios que nos ilumine y abra nuestros corazones al mensaje de su Palabra. Señor, tú que eres amor infinito, ayúdanos a comprender hoy cómo amarte a ti sobre todas las cosas y amar a los demás como a nosotros mismos. Que esta Palabra transforme nuestro corazón y lo oriente hacia el verdadero camino que nos conduce a tu Reino.


1. El amor a Dios por encima de todo

El primer mandamiento que nos recuerda Jesús en este Evangelio es claro: amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, alma, mente y fuerzas.

Este mandato nos invita a poner a Dios en el centro de nuestras vidas, reconociendo que Él es el único digno de nuestro amor absoluto. No es un amor parcial ni limitado, es un amor total.

Esta enseñanza encuentra su fundamento en el Antiguo Testamento, en el Shema Israel (Deuteronomio 6,4-5), una oración que expresa la devoción radical que el pueblo de Israel debía tener hacia Dios.

La continuidad de la revelación divina nos muestra que el amor a Dios debe ser el motor de todas nuestras acciones.

2. El sano amor a ti mismo

El Evangelio también nos habla de amar al prójimo como a nosotros mismos, lo que presupone que debemos tener un amor adecuado hacia nosotros.

Este no es un amor egoísta, sino un reconocimiento de nuestra dignidad como hijos de Dios. San Agustín decía: “Ama y haz lo que quieras”, porque cuando realmente amamos a la manera de Cristo, nuestras acciones brotan de ese amor genuino.

El Catecismo de la Iglesia Católica también nos enseña que el amor propio recto nos ayuda a ser más capaces de amar a los demás con autenticidad (CIC 2055).

3. El amor a los demás "hasta que duela"

Jesús no separa el amor a Dios del amor al prójimo. Ambos están entrelazados. Amar a los demás significa estar dispuesto a sacrificarse por ellos, como Jesús lo hizo por nosotros.

El amor cristiano va más allá de los sentimientos; es una decisión consciente de buscar el bien del otro, incluso si esto conlleva sacrificio personal.

Este mandamiento encuentra su eco en el ejemplo de los santos que, como Madre Teresa de Calcuta, nos enseñan a amar "hasta que duela". Amar al prójimo no es una opción para los cristianos, es una necesidad inherente a nuestra fe que nos llena de alegría y plenitud.


Ideas de compromisos personales

  1. Dedica cada día unos minutos en oración para poner a Dios en el centro de tu vida, recordando que amarle con todo el corazón es la clave de nuestra existencia.

  2. Practica el autocuidado espiritual, reconociendo tu dignidad como hijo de Dios y buscando equilibrar tus responsabilidades con momentos de descanso y reflexión.

  3. Busca oportunidades concretas de servir a los demás, especialmente a aquellos que más lo necesitan. Ofrece tu tiempo o tus recursos para aliviar el sufrimiento de otros, sabiendo que al hacerlo, estás amando a Cristo en ellos.


Oración final

Señor, te damos gracias por tu Palabra que nos invita a amarte a ti sobre todas las cosas y a amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos. Te pedimos la gracia de vivir este mandamiento cada día, con entrega y generosidad. Que el Espíritu Santo nos guíe para que nuestras acciones reflejen tu amor en este mundo. María, Madre nuestra, intercede por nosotros para que siempre busquemos el bien del otro y sigamos a tu Hijo, Jesús, con un corazón lleno de amor. Amén.

Discusión sobre este episodio

Avatar de User